¿Qué hacía antes el gobierno en México cuando un grupo armado mata a un indígena que acompaña a su pueblo por el camino de la resistencia? Ruido, pantomima, silencio, nada. ¿Qué hace ahora el gobierno cuando algo así ocurre? Ruido, pantomima, silencio, nada. Estamos a un año del asesinato de Álvaro Sebastián Ramírez afuera de su casa, el mismo que pasó 20 años preso por organizarse con el pueblo Loxicha, por anteponer a su comunidad por encima de intereses de caciques en todas sus versiones, que en Oaxaca abundan y prosperan bajo la complacencia de quienes gobiernan.
A un año de su asesinato la verdad y la justicia siguen el mismo camino de impunidad y olvido como ha ocurrido y ocurre con tantos otros en el México de abajo, como ocurre con Samir Flores, como ocurre con los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Por qué esas muertes quedan impunes, porque para quienes gobiernan no hay nada más atemorizante que cuando ser indígena se vuelve sinónimo de resistencia y rebeldía, porque la impunidad es el mensaje para quienes cometen esos crímenes como para quienes son sus víctimas. El mensaje de la impunidad es que matar indígenas que se opongan ser un adorno folclórico del poder se puede. El mensaje de la impunidad es que si eres indígena y defiendes tu comunidad en contra de caciques, empresas extractivistas y la larga lista de criminales poderosos, para el Estado no tienes ni siquiera el derecho a la vida.
A un año del asesinato de Álvaro Sebastián queremos decir que el México de abajo no olvida, que los y las compañeras de La Voz de los Zapotecos Xiches en Prisión no caminan solas, que la memora seguirá señalando incansable a los criminales del poder y a quienes con ruido, pantomimas y silencio los encubren y promueven.
Nodo de Derechos Humnanos